Zenobia: En las entrañas de la bestia.

Zenobia fue el nombre de la princesa del reino de Palmira en la actual Siria. En sus últimos tiempos de gloria, la reina Zenobia plantó cara a los grandes imperios que la rodeaban, Roma y Persia, y consiguió extender sus dominios desde Asia Menor hasta Egipto. Sin embargo, esta crónica va de otro Zenobia: El modernísimo buque sueco de la compañía naviera Nordo. Un buque hibrido entre un ferry y un mercante, construido a “ex profeso” para cubrir la ruta entre Grecia y Siria (quizás de ahí su nombre) dotado de todos los “gadgets” de la época y que costó un pastizal.

Su historia es controvertida, pues antes de visitarlo, yo solamente conocía la versión oficial, la cual habla de un fallo de construcción en la estabilidad del buque, lo que provocó un desplazamiento de la carga y a partir de ahí el desastre. Con el buque escorado a 40º e inexplicablemente, con la puerta del práctico abierta, se cree que la inundación se debió a la vía de agua que entró por ella. Después de cinco agónicos días, el Zenobia sucumbió y se hundió. Descansa en un lecho de arena a una milla del puerto de Lárnaca a una profundidad de unos 42m, sobre el costado de babor y en posición de ruta. En ese momento transportaba una carga calculada en 200.000.000 de Libras, entre la cual había más de 100 camiones, 17 tráilers y vehículos de menor tamaño. A bordo también viajaban 120 camioneros o acompañantes, 12 personas del catering de origen Yugoslavo (Hablamos de los 80s) y 18 tripulantes. Felizmente no hay que lamentar ninguna víctima tras el naufragio, pues el buque fue abandonado con tiempo.

Sin embargo, estando “in situ” escuche la otra versión, mucho más interesante y rodeada de una áurea misteriosa, incluso cinematográfica como me gustan las cosas a mí. Sea por la proximidad con Oriente Medio, el exotismo que se respira, su mezcla de culturas históricamente enfrentadas (Turca y Griega) o la gente que anda en sus calles: Somalíes, Libios, Indios, Chipriotas, Griegos, Rusos, Libaneses e Israelíes, hacen de Chipre un lugar misterioso.
De ese modo, cuando oí que inmediatamente después del hundimiento, las autoridades chipriotas blindaron el acceso al buque por varias semanas, mientras misteriosos equipos de buceadores descendían al Zenobia, día y noche no pude dejar de creérmela. La versión “no oficial” habla de un hundimiento a propósito por parte del Mossad y la CIA. Informes indicaban que el buque en su carga, transportaba armas para la OLP (Organización Para la Liberación de Palestina). Los buzos israelíes estuvieron buscando durante semanas y cuando encontraron lo que buscaban (o no, nunca lo sabremos!) se marcharon.
Al Zenobia se le apodó “El Titanic del Mediterráneo” por sus casi 180m de eslora y se ha convertido en uno de los mejores pecios para el buceo recreativo del Mediterráneo, si no en el mejor, y en uno de los mejores del mundo.

La inmersión solo se puede hacer desde barco y el tiempo de navegación desde la marina de Lárnaca es de unos 10´escasos. El fondeo se realiza en una boya perfectamente anclada en el pecio y que te lleva directamente a los primeros -18m. Desde los -5m donde hacemos la parada de seguridad se vislumbra el pecio, dándote una idea de la visibilidad. A medida que desciendes entiendes donde te estás metiendo. Las dimensiones del titán son abrumadoras, la vida marina está por todos lados y es muy amigable, lo que hace las delicias de los fotosub.

Las rutas son variadas y la penetración en algunas de ellas no es apta para claustrofóbicos. La oscuridad es omnipresente y los viejos colchones que cuelgan del metal  junto con los retretes en la zona de los alojamientos, que datan de los 80, capturan el momento en el que el tiempo se paró. La zona de carga con sus camiones retorcidos y aun enganchados a sus remolques, te da una idea de la dimensión de desastre y de la fuerza del mar. Ninguna obra del hombre es rival para la naturaleza.

El silencio es sepulcral allá por donde pases, solo roto por las inhalaciones y el aumento de los batidos del corazón a medida que te adentras en las entrañas de la bestia. El Zenobia no deja indiferente a nadie.

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